Vivimos midiendo el tiempo como si fuese una lista de cosas por hacer: lo que suma, lo que “sirve”, lo que nos hace sentir productivas. Hay mucha exigencia en relación a eso, metas, objetivos, listas interminables de tareas, lugares a los que tenemos que llegar. Algo de todo eso nos mantiene en movimiento, nos invita a seguir, nos permite enfocarnos. Pero como casi todo en la vida, eso mismo que puede ser de gran ayuda, puede ser también una manera de perdernos en una carrera tan infértil como la idea de que se llega a algún “lugar”.
¿Y si el tiempo no se tratara de acumular, sino de habitar lo que resta?
Hace algunos días escuche una entrevista a @dsztajnszrajber y reflexionaba sobre la idea de restar, de sumar, de cómo percibimos el tiempo. Nada me genera más felicidad que una pregunta que abre otra pregunta y otra…
Algo de todo esto me pasa cuando me siento a bordar, dejo de lado la urgencia de producir y entro en un tiempo distinto. Un tiempo que no corre detrás de nada, sino que se abre en cada puntada. Ahí descubro que lo que parece “restar” (el ocio, la pausa, lo lento) en realidad es lo que sostiene.
El bordado me recuerda que el tiempo no siempre se gana ni se pierde: se vive. Y que detenernos en lo pequeño, en lo manual, en lo creativo, puede ser la manera más profunda de estar presentes.
Publicado el 24/09/2025 por Tienda Rosaura
